En el capítulo 162 de Veganismo, el Podcast, hablamos sobre las Navidades, un tema recurrente para los que hemos decidido dejar a los animales fuera de nuestro menú.

La Navidad es una época de gran intensidad emocional. Aunque quieras abstraerte de ella, simplemente no es posible. Lo inunda todo y está en todas partes. ¡Y cada año empieza antes! Algunos la adoran y se dejan arrastrar por su magia, especialmente cuando hay niños en la familia, otros la odian, sobre todo cuando van faltando seres queridos.

Para los veganos es una época especialmente difícil, porque a la nostalgia se junta el histerismo colectivo de consumir animales como si no hubiera un mañana. Y, para colmo, bebés: cordero, lechón, etc. Esta situación es especialmente delicada en el caso de los veganos más jóvenes y aquellos que todavía viven en casa de sus padres y no tienen mucho margen de maniobra.

Partiendo de la base de que no nos va a ser posible escapar de ella y pasarla en una isla desierta (la famosa isla del vegano y el cerdo), vamos a ver qué podemos hacer para salir de estas fechas con el corazón (el nuestro y el de aquellos que nos quieren) lo menos roto posible.

PREPÁRATE para lo que viene

Este consejo vale para cualquier cosa en la vida. Cuanto más preparados vayamos a un evento, tanto mentalmente como a nivel de recursos, mucho más tranquilos lo podremos afrontar.

Solo tú conoces a tu familia y seguramente ya intuyes lo que te espera.

Comida:

Si es posible, participa durante los días anteriores en la elección del menú y trata de conseguir que haya al menos un plato del que tú puedas comer sin problemas. Sobre todo, ¡no te quedes con hambre mientras los demás se ponen las botas!

Si eres cocinitas, hazlo tú mismo, aunque también puedes encargarlo o comprarlo. Hay un montón de empresas veganas que ya están ofreciendo platos especiales para estas fechas y, con un poco de previsión, puedes conseguir incluso turrones y roscos de reyes veganos.

Si llevas comida vegana, no se la impongas a nadie más y no te sientas ofendido si no quieren probarla o hacen comentarios despectivos. En este punto se trata de cuidarte tú.

Lo que no es comida:

Es muy posible, si es tu primer año como vegano y también si vas a ver a familiares que no ves habitualmente, que te tengas que enfrentar con los consabidos comentarios, bromitas o provocaciones. Es posible también que tu elección se convierta en el tema de conversación central de la mesa.

  • No entres en guerras perdidas de antemano
  • No les des argumentos a los que están deseando decir cosas como «madre mía, pues qué mal te sienta ser vegano«.
  • Tú a lo tuyo, que sean tus acciones las que hablen por ti y recuerda: hay ocasiones en las que es más importante lo que sale de tu boca, que lo que entra en ella.

Entiende lo que hay en la otra parte

Ten en cuenta que, en nuestra cultura, el amor se muestra también cocinando animales muertos para los demás. La persona que se encargue de comprar y/o cocinar las comidas navideñas está invirtiendo mucho esfuerzo y, aunque no lo creas, mucho amor en ellas.

Tú estás rechazado el animal muerto, ellos sienten que les estás despreciando a ellos.

Esto puede aplicarse también a los regalos. No hace falta que muestres tu rechazo frontal si te están regalando algo no vegano. Ya habrá ocasión de cambiarlo discretamente pasadas las fiestas.

Para los seres humanos, comer es mucho más que llenarnos el estómago. Siempre decimos que el veganismo es algo más que una dieta, pues el carnismo también. En el artículo «Lo que mi abuelo llamaba comer con fundamento«, repaso algunas de las cosas que se obtienen a través de la comida:

  • Recompensa
  • Dar sentido a la vida
  • Relacionarse
  • Relajarse
  • Mostrar estatus
  • Llenar vacíos
  • Dar afecto

Que la mesa de tu familia en Navidad no se convierta en una historia de buenos y malos, las cosas son mucho más complejas que eso. Ni tú eres santo y puro por hacerte vegano, ni ellos son unos asesinos por seguir haciendo lo que tú hacías hace poco tiempo.

Conoce tus límites

A la mayoría de nosotras, estas situaciones de enfrentamiento nos cuestan un gran desgaste emocional. Nos ocupan muchos recursos que deberíamos estar empleando en algo más «rentable» para nuestra salud física y mental y, en suma, para la defensa de los animales a la que hemos decidido dedicar nuestra vida.

Así que, una vez más, y me repito porque es importante y deberíamos grabarnos esto a fuego: no empieces guerras perdidas de antemano. Sencillamente, no vale la pena. Desahógate con aquellos que sabes que van a intentar entender.

No la líes con personas que no están preparadas para escuchar tu mensaje y que, en el mejor de los casos lo van a malinterpretar y, en el peor, lo van a utilizar en tu contra.

Y, por supuesto, si sientes que todo te desborda, no dudes en pedir ayuda profesional.

Reconoce a tus aliados y CUÍDALOS

Los aliados son aquellas personas que se van a poner de tu parte, o al menos no van a faltarte al respeto. Si alguien de tu familia ha dejado de comer carne, o dice que lo está intentando, aunque siga comiendo todo lo demás, valora ese paso y no te cebes con él/ella.

A veces, precisamente por ser las personas que más nos quieren y con las que más confianza tenemos, acaban pagando los platos rotos de nuestra frustración. Evítaselo, no seas injusto.

Relájate y desdramatiza

Lo sé, esta es una de las cosas que nunca se debe decir a alguien que está sufriendo, y creo que a estas alturas del podcast no hace falta volver a explicar lo que nos parece a todos nosotros el mundo en el que vivimos: nos resulta insoportable y hacemos lo que podemos para no liarnos a golpes con los carnistas, machirulos, negacionistas y fascistas en general.

Dicho esto: montar el pollo en tu cena de Navidad y pelearte con tu familia NO VA A SALVAR A NINGÚN ANIMAL.

Tu día a día, tu activismo constructivo y tu paciencia sí pueden conseguirlo. Repito la frase que he escrito más arriba: lo que sale de tu boca puede tener más impacto que lo que entra en ella.

La familia (elegida) es mucho más que eso

Como conclusión, creo que hay una serie de personas en nuestras vidas (familia de sangre o, como en mi caso, familia elegida) que siempre van a estar ahí. Incluso si en Navidad se lía una gorda.

Lo que quiero decir es que hay discusiones que no te alejan, o solo lo hacen momentáneamente, y sirven para que el otro pueda conocer tus límites y tú los suyos. Tenía un amigo que solía decir que los mejores contratos se firmaban con gente con la que habías estado a punto de romper negociaciones.

Y es que esas broncas forman parte de las horas de vuelo que compartimos con los nuestros y, en algunos casos, bienvenidas sean. Las crisis son oportunidades, siempre que sepamos gestionarlas con cariño, curiosidad por el otro y amor.

Por último, os dejo dos artículos relacionados de Paula González que vale la pena tener a mano:

Tengamos la fiesta en paz y Comunicar sin agotarse estas Navidades.

Gracias, de corazón, por haber llegado hasta aquí ❤

Felices Fiestas y un 2020 lleno de lucidez.

4 comentarios en “Navidades veganas: cómo sobrevivir sin matar a ningún familiar

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