Jilguero utilizado como reclamo o cimbel. Foto del archivo personal de Carme Fitó
En los concursos de pájaros cantores no hay hembras, los pequeños animales cautivos obligados a competir siempre son machos. De hecho, la gracia del asunto está en demostrar que tu pajarito es el más potente, el más valiente, el más resistente y, como ellos mismos dicen, el más “encelado” de todos.
El 24 de Abril se celebra el Día Internacional del Animal de Laboratorio. En 1979 la Sociedad Nacional Antivivisección de Inglaterra estableció esta fecha para conmemorar el nacimiento de su fundador, Lord Lodwing, quien desde 1875 luchó contra la experimentación con animales.
Alrededor de 115 millones de animales sufren y mueren cada año en los laboratorios, las universidades y los centros de investigación de todo el mundo; 12 millones en la Unión Europea y 1,5 en España. La asociación alemana Ärzte gegen Tierversuche (Médicos Contra la Experimentación Animal) alerta al respecto: “La experimentación animal no ayuda a los humanos enfermos, sólo es valiosa para los experimentadores que satisfacen su curiosidad y basan en ella sus carreras científicas”. Pero otra ciencia es posible.
We animals / Jo-Anne McArthur
Nos repiten hasta la saciedad que experimentar en animales es imprescindible para salvar vidas humanas y curar sus enfermedades. Un mal menor, que a nadie le gusta realmente, pero un mal necesario. Sin embargo, muchos de los tests con animales están lejos de aportar resultados reales a la medicina y sus objetivos son bastante menos altruistas: se trata de obtener fondos para seguir investigando, de satisfacer la curiosidad científica a costa del sufrimiento de seres indefensos y de confirmar, una y otra vez, datos ya conocidos por todos.
Esta pequeña crónica fue escrita en el año 2012, durante mi voluntariado en el santuario para animales de granja Farm Sanctuary en Orland, California.
Farm Sanctuary se fundó hace casi 30 años y acoge en sus tres refugios a más de 1.000 individuos, todos ellos rescatados de situaciones de extremo sufrimiento y maltrato, provenientes de la industria de la carne, la leche y los huevos.
Otra realidad es posible
Ricky nos da la bienvenida con su mejor sonrisa
Existen pequeñas reservas en nuestro planeta en las que no es necesario estar todo el día hablando sobre compasión para todos los seres vivos. Son lugares en los que el respeto no se reclama, se vive. Estar en uno de esos lugares, el santuario para animales de granja Farm Sanctuary en Orland, California, es un regalo para el alma y un soplo de aire fresco para alguien que, como yo, viene de un país que sólo es líder en tortura animal.
Las actividades con elefantes, reclamo para turistas en el Sudeste Asiático, esconden una atroz realidad: familias enteras de elefantes asesinadas en la selva para robar sus bebés, que serán cruelmente adiestrados para realizar acciones contra su voluntad, como pasear sobre sus lomos, pedir limosna, jugar al fútbol o pintar
Es posible visitar parques nacionales para ver a los elefantes en su hábitat, así como apoyar la labor de los santuarios, donde son protegidos de la explotación y el maltrato, y en los se puede disfrutar de la observación de la vida social en libertad de estos fascinantes animales
Elefantes con sillas de trekking para turistas. Foto: Elemotion
Si te gustan los animales y tienes previsto viajar a India, Tailandia o Nepal, es muy posible que te ilusione realizar alguna actividad con elefantes. Es muy probable que te los encuentres como reclamo en tu resort, incluidos en tu paquete de viajes, en alguna visita a los templos o que te topes con ellos pidiendo limosna por las calles. Si te gustan los animales, es muy posible que este sea uno de los momentos más especiales de tu viaje y seguramente la tentación de sacarte fotos con ellos y colgarlas después en las redes sociales sea irresistible.
Carinha vivió con su familia alemana hasta su fallecimiento. Foto: Sabine Gruhn
Desde que vivo en Hamburgo me los encuentro a menudo. Pasean por los bosques, se bañan en el río, visitan los restaurantes, viajan en metro y van de tiendas. Algunos te saludan, otros dan un rodeo para evitar el contacto. Todos son diferentes, pero todos tienen algo especial que los hace inconfundibles. Comparten un pasado de penurias y un futuro prometedor. Y tienen unos acompañantes humanos orgullosísimos de contarte su historia de esperanza y nuevos comienzos. Son los -perros- españoles en el mundo.
Se llamaban Rápido, Sancho, Felicidad, Rayo, Gitano, Dorada o Careto. Nadie sabe exactamente cuántos son, no hay estadísticas que se ocupen de ellos. Jessica Eckelkamp, de la asociación alemana Galgo-Hilfe, tampoco tiene las cifras exactas. «Calculo que son miles anualmente los perros que llegan a Alemania, y de ellos quizás un 10-20% viene de España. Muchos llegan también de Grecia, Rumanía, Italia y el resto de países del Este». Seguir leyendo «Españoles en el mundo, emigrantes de cuatro patas»→